“Niña”.
Inundada
en tus ojos siento que la vida tiene motivos, tiene caminos, tiene timón y
tiene viraje.
Con
vos, nena mía, soy yo.
Somos
el universo y el cielo nos bendice con chispas naranjas con olor a miel.
Tus
miradas cómplices me impulsan.
Vos
en mi panza jugando a la ronda y las mariposas de Creta revolotean sobre los
charcos, al costado del camino.
Y
así, como si hasta entonces el silencio hubiera sido tu elección, me hablaste
en respuesta a mis pensamientos. Te escuché atentamente y supe que ninguna
lluvia sería capaz ya de atrevérsele a mis huesos.
Juntas,
vos y yo, caminando iluminadas bajo un delicioso sol de otoño.
Tu
pregunta me dejó inmóvil y temerosa unos segundos hasta que una calma infinita
me colmó el alma.
No
sabía que hacer, como de costumbre, pero esta vez el no saber era bienvenido.
La duda venía a sanar mis heridas de acartonada certidumbre perecedera,
embotellada por años. Adiós a las respuestas automáticas y sentenciantes.
Sentí
alivio.
Escuchar
mi voz recortada del pasado, llena de frases obvias me dan fastidio.
Aún
cuando sé que ellas mismas me trajeron hasta aquí… mis propias huellas
indelebles que conducen a mis pies.
Y
ahora: abriré el camino con mis pasos aunque el suelo me de ortigas… Lo único
que le ruego a Diosito es que me agarren con zapatos!!!!
Darle
zapatos a la vida, entonces!!
Nadie
me corre, nadie me asecha ya.
Los
cucos se jubilaron, ya no trabajan más.
El
viejo de la bolsa no viene más por acá, se lo ha visto por Jujuy... lejos, muy
lejos está.
Estamos
las dos solitas, mi vida, y en gustosa compañía.
No
temas, ya no temo.
Duerme
pequeña, duerme, que mamá te vela el sueño.
La
noche cae mansa y emocionada.
Las
estrellas me ayudan a mecerte.
La
luna nos sonríe.
Duerme
pequeña, duerme.
Todavía
no sé adonde pero voy a llevarte.
(dedicada a mi hija en su primer año de vida -abril de 2013)