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miércoles, 23 de septiembre de 2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

Manitas de sal, ojitos de Dios…

Manitas de sal…

Solcito dorado.

Ojitos de Dios que regalan amores pasados mientras tus pestañitas dibujan cosquillas en mi almita sola.

Hondos y oscuros como una noche con nubes pasajeras, como la tierra nutricia acariciando el centro de la creación.

Espontáneos como una carcajada suelta en un té canasta de mujeres paquetas.

Iluminados con gotitas de esperanza y chispas de ingenuidad. Expresivos y regalones, colmados de tibios destellos de amor.

Lechuzas y grillitos bailan al compás de tus párpados mojados por la emoción.

Apacibles y salados…

Constelados de cometas, bailan a la luz de la luna chapoteando en los siete mares de los sueños peregrinos.

Con sabor a nuevo y gustito a infancia, se sorprenden al ver lo mundano y la magia de una luz que se enciende con una tecla.

Ojos pillos.

Ojos que los quiero ojos.

Ojo al piojo que te mira de reojo.

Brillantes como granulado de estrellas.

Inmensos como el universo.

Ellos y tus manitas regordetas.

Intrigadas y ansiosas.

Sosteniendo tu cabecita de pintor del arco iris…

¡Pinta el mundo del color que quieras!

Pensativo, descansando de las grandes ideas para inmensas travesuras.

Cansado al caer la tarde por el ajetreo de la niñez con jardín, plástica, música e inglés.

Cuando sé de vos o te veo, una ternura infinita me empalaga el alma hasta dejarla borracha, inconciente, tendida en mi pecho con una sonrisa amplia y desparramada.

¿Qué escondes cuando me miras sin hablar y tus manitas se impacientan?

¿Por qué cantan tus ojos?

Sobre tus mejillas de seda reposan mis locas y tiernas ganas de pellizcarte.

Eres el solcito en la tormenta de postergables cuestiones cotidianas y banales.

Por eso quiero que un día de estos…

Cocinemos galletitas riquísimas y dibujemos fantasmitas azules sobre ellas.

Juguemos a la pelota, aún cuando tengamos que imaginarla.

Nos disfracemos de piratas y busquemos tesoros perdidos.

Hagamos títeres con papel de diario y muchos colores brillantes.

Inventemos una alfombra mágica y volemos por el mundo.

Saquemos conejos de una galera usando rojas narices de payasos y flores de carnaval.

Leamos cuentos e historias de dragones y abramos un cofre mágico sellado durante años por un adulto gritón y con bigotes.

Pintemos barbas con corcho quemado en los rostros dormidos de la familia.

Visitemos tu mundo mágico de tarde en tarde mientras tomamos el té con masitas secas y leemos cartas lejanas de parientes que hablan otro idioma y vivieron otros tiempos.

Estrellita dorada…

Manitas de sal…

Regálame la dicha en carcajadas florecidas en tu dulce jardín de infancia.